Hongo

Un día usted se despierta y es un hongo. Y no uno bonito o agradable. Comestible, si, pero medio insípido. Nada del glamour típico del champignon o portobello. Usted es poco atractivo a la vista: cabezón, marrón caquita, y con su tronco hundido en la tierra, porque ni siquiera tiene el dudoso -más psicotrópico- honor de haber brotado de las heces del cebú. Para colmo creció solo, sin coetáneos. Su única companía será un árbol que le impide ver el sol pero no le frena el chiflete que constantemente le pega en la espalda.

El resto de su existencia será bastante irrelevante: un día un perro lo olisqueará; otra vez unos niños campamentistas lo picarán un rato con un palo. Y eso es mas o menos todo.

Ánimos: tampoco es que los hongos vivan demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.