En el exacto momento en que el protagonista le disparaba a la sartén
luego de arrojarla al aire
y que la bala rebotara en ésta
en angulo perfecto y trazando una trayectoria
directa
a la sien del antagonista
que a su vez
también
disparaba
al protagonista
que se escondía
detrás de un mueble,
apagué la película.

Era demasiado.

Todo era demasiado.

La película de la cual ya había olvidado el nombre,
las dos hamburguesas completas con papas fritas que aún no lograba digerir,
el vaso de coca light medio vacío
o medio lleno
o mecio vacío
o medio lleno
El aletargamiento en el sillón
en víspera de fin de semana largo
a las once de la noche,
el blister de alfajores esperando en la heladera.

Agarre el teléfono
a pesar de que no había sonado,
y miré la lista de contactos.

Cada vez hablo menos,
y con menos
gente, pensé.

Debe ser por eso
que cada vez
me cuesta mas
hablar
con gente.

Me propuse a mi mismo hacerlo.
Hablar con gente,
mas seguido.

Es probable que termine no haciéndolo.

Me acurruqué detrás debajo de la manta.
Hace frío.
No tanto, pero mas del que parece.
Debe ser la sangre acumulada en el estómago.

Supongo que podría poner otra peli.
Poner otra peli,
y comer un par de esos alfajores.