Balcón


El fumaba un cigarrillo en su balcón.

Ella no fumaba, pero igual le hacía compañía.

-¿Alguna vez se cruzó por tu cabeza saltar al otro lado de la baranda? - le preguntó

-¿Debería?- respondió ella, luego de un largo silencio.

-No lo sé. Quizás. ¿Nunca te atrajo acaso la idea del libre vuelo? Aunque éste sea algo efímero. Efímero, como la idea de saltar al otro lado.

-Pero no es vuelo. Es caída. En picada.

-Así es como se simula la gravedad cero en la tierra. Un avión en caída libre desde la estratósfera. Son meros segundos. Y aún asi...

-Quizás deberías hablarlo con alguien. Con un profesional, me refiero.

-Solo era una pregunta. Y es tan solo un impulso.

-Por eso mismo.

-Supongo que no todos consideran la posibilidad de que el pasto pueda ser mas verde del otro lado de la baranda.

-¿Tenés obra social?

-No.

El dejó que la colilla se estrellara contra los adoquines de la calle.

Ella nunca volvió responder sus mensajes.

Soso

Siempre
habrá
gente
más inteligente
y más talentosa
y más interesante
que vos.

Siempre
-también-
habrá
gente
más bella
y agradable,
interpelable
y risueña,
con más calle e
historias,
con más vida recorrida.

E incluso,
si lo intentaras
-y temprano 
o tarde
lo harás.
Claro que lo harás-
tampoco podrías 
coronorarte
como el más pusilánime,
o el más patético,
el mas paupérrimo petulante 

No por ello
empero,
deberías acongojarte.
Dicen
que existe 
cierto placer
en la llana
y sin sobresaltos
mediocridad.

Y si
acaso
eso no alcanzara,
recuerda:
aún tienes
una sandwichera
que quedó de tu divorcio
escondida
en el fondo
de la alacena.

¿La encontraste?
Creo haberla visto
algún tiempo atrás
detrás
de esa lata
de palmitos.