Evidentemente, el ipod enganchado a la
muñequera empezó a reproducir un tema de Michael Jackson, porque el
sujeto - mayor de 35 años, musculoso, bronceado, sudado y sin mas ropa
que un diminuto short deshilachado de jean y unos anteojos negros de
marca, - no tuvo el menor reparo en imitar, sin mucho éxito, el
moonwalk. Nada parecía importarle demasiado: ni que fueran las 12.30 de
un día laborable, ni mucho menos que
estuviera circulando en rollers por el medio de una calle más o menos
concurrida en contramano y de espaldas al tránsito.
Compenetrado en su pobre intento de baile desoyó los bocinazos de la
f-100, que se vió obligada a chirriar los frenos para detenerse a
escasos centímetros del cuerpo del danzante que, aún sin inmutarse,
aterrizó suavemente sobre el capot del auto. "Ya estas grande para ser
tan pelotudo", le espetó el conductor, con más verguenza ajena que
bronca.
Asustado primero, absorto después, la reacción del
patinador llegó tarde: solo atinó a correrse del medio de la calle.
Recién cuando el auto comenzaba a acelerar comprendió el insulto, y, en
un rapto de patetismo intentó patear el guardabarros de la camioneta,
resbalando en el proceso y cayendo de lleno al piso. "Forro", le gritó
desde el pavimento, mientras se frotaba el raspón de una rodilla. La
F-100 se alejaba rápido de la escena.
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